
FELICITAMOS AL PUEBLO ECUATORIANO POR LA NUEVA DEMOSTRACIÓN SOBERANA DEL PASADO DOMINGO 28 DE SEPTIEMBRE DE 2008, EN LA QUE DIERON UN AMPLIO RESPALDO A LA NUEVA CARTA MAGNA IMPULSADA POR EL PRESIDENTE RAFAEL CORREA.
El otro lado de la información internacional
Traducido para Rebelión por S. Seguí |
Hace unas semanas escribí una columna en la que explicaba porqué el senador John McCain está equivocado en lo relativo a Iraq. En cambio, el senador Barack Obama tiene razón en gran medida en este mismo asunto. Lo de si va a llevar a cabo su plan de retirada de las tropas estadounidenses es harina de otro costal. El establishment político en materia de relaciones exteriores del Partido Demócrata no es menos wilsoniano que su contraparte republicana, y después de haber utilizado los votos de los opositores a la guerra para alcanzar el poder no tardará en volver al redil.
Pero, si bien Obama tiene razón en sobre Iraq, está equivocado en todo lo relativo a Afganistán, Pakistán e Irán. Sus recetas para cada uno de estos países son tan parecidas a las políticas del gobierno Bush que si llamamos a McCain McBush, a Obama podríamos llamarlo O’Bush. Pareciera que el deseo de tantos votantes de escapar a la maldición de Bush esté condenado al fracaso.
Respecto a Afganistán, Obama tiene la intención de enviar más tropas y ganar la guerra. Sin embargo, enviar más tropas para seguir haciendo lo que el ejército de EE UU está haciendo en estos momentos –combatir a los pashtunes y recurrir a bombardeos aéreos contra todo lo que se mueva– es una garantía para perder la guerra. Como en Iraq, el primer y necesario paso es cambiar la función de nuestras tropas. Por lo que he visto, Obama no ha dicho nada al respecto, probablemente porque su posición sobre Afganistán es una mera postura destinada a mostrar que va a ser duro contra el terrorismo .
La posición de Obama sobre Pakistán es aún más peligrosa. En agosto de 2007, Obama pidió una acción militar directa en Pakistán, con o sin aprobación del gobierno de este país. En un discurso pronunciado en el Woodrow Wilson Center, Obama afirmó: “Si tenemos información incriminadora sobre blancos terroristas de gran envergadura y el presidente Musharraf no actúa, nosotros lo haremos.” El presidente Bush hizo suya el pasado julio la recomendación del senador Obama y autorizó una acción de este tipo.
Se trata de un ejemplo del clásico error estratégico consistente en sacrificar un objetivo de mayor importancia por uno de menor valor. Ni siquiera una derrota clara en Afganistán haría a Estados Unidos tanto daño como la desintegración del estado de Pakistán y la transformación de este territorio en otra región desprovista de un poder estatal. El estado de Pakistán es ya peligrosamente frágil, y acciones como los ataques transfronterizos realizados por las tropas estadounidenses reducirían aún más su legitimidad. Un gobierno que no sea capaz de defender su soberanía no puede durar. Irónicamente, si Pakistán se desmorona también lo hará nuestra posición en Afganistán, porque nuestra principal vía logística se verá cortada. En efecto, Obama pretende brindar a Al Qaeda y los talibanes una doble victoria.
En junio del presente año 2008, Obama habló ante la conferencia anual del AIPAC (1). Lo que allí dijo sobre Irán lo devolvió claramente al terreno de Bush:
Como presidente, utilizaré todos los elementos del poder estadounidense para presionar a Irán. Haré todo lo que esté en mi mano para impedir que Irán obtenga el arma nuclear (...) Que no queden dudas: siempre mantendré la amenaza de una acción militar para defender nuestra seguridad y a nuestro aliado Israel. Que no se equivoquen.
A veces no hay alternativas al enfrentamiento. Si debemos utilizar la fuerza militar, tendremos más posibilidades de éxito y mayor apoyo en nuestro país y en el extranjero si antes hemos agotado nuestras opciones diplomáticas. Este es el cambio que requiere nuestra política.
En otras palabras, el cambio que requiere nuestra política consiste en brindar al público un poco más de teatro diplomático antes de atacar a Irán.
Como he afirmado repetidas veces y seguiré afirmando, un ataque sobre Irán nos costaría todo el ejército que tenemos destacado en Iraq. Asimismo, incendiaría toda la región, desde Afganistán hasta el Nilo. Crearía una crisis petrolera de graves consecuencias económicas, en un momento en que la economía mundial se tambalea. Se trata, en pocas palabras, de una locura. Pero es también lo que Obama prometió al AIPAC.
Aquí vemos la realidad de la política estadounidense en su elemento más radical, a través del humo y de los espejos. Estados Unidos tiene un sistema de partido único. Este partido es el Partido del Establishment, y sus desacuerdos internos son de escasa envergadura. Tanto McCain como Obama son candidatos del Partido del Establishment, y ambos están de acuerdo en que Estados Unidos debe seguir siendo un imperio que controle el mundo. Ambos son wilsonianos que creen que debemos reconstruir otros países y culturas a nuestra propia imagen. Ninguno de los dos concibe ningún límite real, sea éste político, financiero, militar o moral, al poder estadounidense. McCain y Obama pugnan sólo por definir cuál de ellos puede saciarse antes en el venenoso pozo del orgullo desmedido en torno al cual yacen, inadvertidos, los restos de todas las anteriores potencias mundiales.
Esta es la elección que el pueblo estadounidense tiene ante sí en noviembre. A cualquier monárquico le resulta a veces difícil disimular una sonrisa.
(1) AIPAC: The American Israel Public Affairs Committee. Principal lobby pro israelí de EE UU. (N. del t.)
William S. Lind es Director del Center for Cultural Conservatism, de la Free Congress Foundation. Este artículo expresa su opinión personal.
http://www.counterpunch.com/lind09182008.html
S. Seguí pertenece a los colectivos de Rebelión y Cubadebate.
Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, el traductor y la fuente.
Han pasado 35 años desde aquel 11 de septiembre de 1973, cuando, metralleta en mano defendiste a tu pueblo. La oligarquía chilena, apoyada por el gobierno gringo, no pudo con tu tenacidad, con tu valor; Te plantaste en la Moneda y en tu pueblo eternamente, te quedaste aquí con nosotros para recordarnos que la revolución es primero que la vida, que la libertad de todos depende del sacrificio individual y que el amor a la Patria es primordial para deslastrarnos de la políticas neoliberales imperantes.
Hoy se cumple 35 años, y veo como tu Chile (y me atrevo a decir nuestro Chile) sigue luchando por ser libre...y no hablo de sus gobernantes, hablo de su pueblo, representando en los estudiantes, obreros, mujeres, niños, niñas, hombres, que día a día salen a recorrer las calles de Santiago y se enfrentan a Carabineros enviados por un gobierno que se proclamó socialista y continúa aplicando las mismas represiones de la dictadura. La canalla oligarca no podrá nunca con el amor que sembraste en tu pueblo y en Latinoamérica unida.
Vaya este pequeño homenaje a ti Allende, Camarada, amigo, hijo revolucionario, socialista, amante de la libertad y de la lucha de los pueblos. Te recordamos con firmeza diciendo:
¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores!
1.- Al contrario de la mayoría de los países donde el ciudadano es inscrito en listas electorales a través de un proceso asumido por el Estado o se encuentra empadronado automáticamente por ser ciudadano, para tener derecho a votar el ciudadano norteamericano debe empadronarse por sus propios medios, realizando trámites que varían según su lugar de residencia, a veces por intermedio de activistas de algún partido.
2.- Lo que en otros países sería considerado como una flagrante violación de la confidencialidad del voto, se sugiere al ciudadano declarar su preferencia electoral entre el Partido Republicano y el Partido Demócrata. Esa información, si es expresada, quedará luego accesible públicamente y se usará incluso para la definición de las circunscripciones.
3.- Más de cuatro millones de norteamericanos no pueden votar por estar presos, bajo libertad vigilada o, simplemente, por tener un antecedente penal de un delito mayor. Algunos estados prohíben votar de por vida a los ex penitenciarios.
4.- En cada elección, miles de votantes, aunque formalmente inscritos, son luego excluidos de las listas electorales, mediante una serie de trucos como el "caging" que permite eliminar a un elector si no contesta a una solicitud hecha por correo a su dirección. Entre las víctimas se encuentran los soldados estacionados en el extranjero.
5.- En las elecciones del 2000, en la Florida, Jeb Bush contrató a una empresa llamada Database, para que "depurara" las listas electorales: decenas de miles de electores empadronados en ese Estado fueron eliminados de los padrones. Respetables ciudadanos no pudieron sufragar porque sus apellidos eran fonética o gráficamente parecidos a los de personas con antecedentes de delitos mayores.
6.- La gran mayoría de las víctimas de tales procesos de exclusión son negros, latinos o miembros de minorías raciales, un sector de la población más propenso a votar por los demócratas. Un ejemplo: en la Florida, más del 30% de los hombres negros no pueden votar por tener antecedentes penales. Sin embargo, el Washington Post calculó en más de seis millones, en todo el país, la cantidad de personas contabilizadas más de una vez.
7.- De acuerdo a las quejas expresadas al terminarse el escrutinio del 2004, las irregularidades el día de votación son innumerables: además de la supresión deliberada del voto en zonas cuyos electores apoyan a los demócratas, de las urnas electrónicas que cambian el voto, de la anulación arbitraria de sufragios, el cómputo del voto es deliberadamente manipulado en numerosos distritos. El voto por correo es constantemente objeto de fraude. En el condado miamense de Broward, en el 2002, se determinó que 104 000 votos fueron omitidos por las máquinas y hasta 55 000 boletas perdidas en el correo.
8.- Caso único en el mundo, cada estado o municipio determina el método de votación: papel con lápiz, cartón con bolígrafo, tarjeta perforada, aunque cada vez más se favorece el voto computarizado, manejado por empresas dominadas por intereses republicanos. Los sistemas de votación dependen de cada estado y, dentro de éste, de cada condado.
9.- El controvertido uso de puestos de votación electrónicos que no emite recibos al votante, resultados de voto obviamente sin relación con la clientela electoral, fallos técnicos y demás desviaciones de resultados son constantemente (e inútilmente) objetos de denuncias, en cada escrutinio, en el territorio entero. En el 2002, en la Florida, un sistema electrónico de votación registró una tasa de participación de 900% en un sector de voto.
10.- Cerca del 50% de los ciudadanos habilitados para votar no votan, y de una elección a la otra, la tendencia a la abstención es galopante. Según un sondeo de la Universidad de Harvard y del diario The Wahington Post, uno de cada cuatro ciudadanos con derecho a voto dice estar disgustado con la política electoral.
11.- El ciudadano norteamericano no vota por su candidato preferido sino a favor de un partido que designará Grandes Electores cuyo Colegio Electoral luego elegirá al presidente, sin obligación alguna de respetar el deseo del elector o a dar la presidencia al candidato con más votos. En el 2000, Al Gore tuvo la mayoría de los votos y George Bush recibió la Casa Blanca por el número de votos en el Colegio Electoral. En el 2004, la victoria republicana en Ohio fue también atribuida al fraude en la recopilación de los votos.
12.- Cada estado tiene un número de votos electorales según su población más los senadores con que cuenta, más el número de representantes a la Cámara Baja. ¿Entendió? ¿No? Normal, la mayoría de los norteamericanos tampoco. En virtud de esta regla, California tiene 55 Grandes Electores, siete Estados solo tienen tres. El régimen constitucional concede igual número de senadores a cada Estado, por despoblado que sea, con el resultado de que los estados pequeños tienen una representación desproporcionada en el Colegio Electoral.
13.- Casi nadie conoce a los Grandes Electores, personajes designados por los propios candidatos —parece que a nadie tampoco le importa su identidad.
14.- La fórmula "winner take all" (el ganador se lleva todo) es aplicada a los resultados del escrutinio en 48 Estados: el partido que más votos recoge en un Estado adquiere todos los Grandes Electores de este Estado. Esta regla garantiza a uno de los dos grandes partidos la victoria absoluta en cada estado y hace virtualmente imposible el acceso a un tercer partido al poder. Resulta que este sistema anula el voto de la mayoría de los votantes. Un candidato sólo tiene que recibir más votos que cualquier otro para llevarse todo el estado; los demás efectivamente no cuentan. Sólo dos estados (Maine y Nebraska) usan el sistema proporcional.
15.- El diseño y el rediseño de las circunscripciones se hace periódicamente en función de los intereses de los elegidos, según la ubicación de su clientela electoral, de tal forma que la gran mayoría de los representantes a la Cámara Baja son reelegidos sistemáticamente.
16.- Las contribuciones electorales son la base de la sobrevivencia política de los congresistas y de los partidos. Proceden en su gran mayoría de las grandes corporaciones que garantizan así la disponibilidad absoluta de los políticos hacia sus intereses. Las contribuciones de empresas a través de llamados Comités de Acción Política o manejados por miles de lobbyistas, alcanzan sumas multimillonarias. Aunque algunas leyes pretenden limitar el valor de las donaciones individuales, es conocido que grandes contribuciones se realizan de todas formas a través del uso de distintas identidades de supuestos donantes.
17.- En quince estados las elecciones son regidas por un Secretario de Estado, nombrado por el Gobernador. En el 2004, en la Florida y en Ohio, los secretarios de Estado fueron a la vez copresidentes de las campañas de Bush en su área.
18.- En las elecciones del 2004, miles de votantes demócratas fueron recusados por el Partido Republicano objetando, sin motivo real, su derecho a votar. Esta técnica es utilizada por todos los partidos. Fiscales federales fueron despedidos por negarse a contribuir a este esquema fraudulento.
19.- Las presidenciales tienen lugar siempre un martes cuando la mayoría de los electores están en el trabajo. A pesar de las leyes, no se les permite a numerosos trabajadores ausentarse de su centro de trabajo ese día. Los horarios de apertura de los puntos de votación no dejan tiempo a mucha gente para llegar a su circunscripción a ejercer el voto.
20.- A menudo se provocan, a propósito, largas colas en determinados puestos de votación, con la consecuente espera, lo que impide a muchos ciudadanos expresar su voto. En el 2004, el promedio de espera fue de 12 minutos en los barrios blancos y de 58 en los barrios negros.
21.- Para ser reconocido nacionalmente para las presidenciales, un tercer partido tendría que reunir 73 000 firmas en Oklahoma; 165 000 en California; más de 100 000 en Carolina del Norte y en Florida, según las exigencias diferentes de cada Estado. El total para el país entero sería de más de un millón.
22.- Reglamentaciones locales impiden o restringen, en varios lugares, a candidatos de tercer partidos manifestarse en lugares públicos. La policía se encarga de aplicar rigurosamente las voluntades de los funcionarios y de los politiqueros locales. El Partido Demócrata gasta millones en abogados para impedir, mediante demandas de hostigamiento, que terceros candidatos logren estar en la balota de cada estado. Los dos partidos y los medios de comunicación no permiten que terceros candidatos participen en ningún debate, excluyendo hasta candidatos de sus propios partidos que se hayan desviado de la línea de su monopolio político.
23.- Los medios de comunicación, que viven de la publicidad comercial de los grandes consorcios y que se benefician de las campañas millonarias de los grandes partidos, ignoran sistemáticamente a los candidatos de los terceros partidos.
24.- Los candidatos a la presidencia de los grandes partidos concentran su campaña en una docena de Estados ("swing states"), los únicos cuya votación no es totalmente predecible y cuyo peso en términos de Grandes Electorales puede afectar el resultado final.
25.- Según sondeos, una gran mayoría de los electores desean elegir al presidente en sufragio universal. De manera evidente, a pocos políticos les conviene cambiar un sistema que les asegura, en muchos casos, reelecciones casi automáticas.
¿Hay esperanza de que los norteamericanos, algún día, tengan un sistema electoral que respete las normas universalmente reconocidas de voto?
Tan antidemocrático resulta el actual proceso regido por el obsoleto sistema de los Grandes Electores que la Corte Suprema de Florida no se molestó al subrayar que "el ciudadano individual no tiene derecho federal constitucional a votar por electores del Presidente de los Estados Unidos", al ser su voto un "privilegio" otorgado por el Estado y no reconocido por la constitución.
La lentitud del débil proceso de reforma del sistema electoral, cuyas reglas fundamentales fueron establecidas en 1787, la corrupción generalizada a través de las contribuciones millonarias a los fondos de campaña y la enajenación político-cultural hacen descartar toda esperanza de una elección presidencial realmente democrática en un futuro previsible.